Imagen suministrada por Diomedes Acosta
En la primera entrega del recorrido por el Conservatorio del Tolima estuvimos en las instalaciones de la Facultad de Educación y Artes, allí encontramos la maravilla de equipos que hacen parte de la Tecnología en Audio y Producción Musical, hablamos con sus profesores, con sus estudiantes y nos dimos cuenta que próximamente esta institución tendrá al aire una emisora radial para compartir la cultura musical con todos los tolimenses.
Esta vez mi amigo Tomás y yo, nos desplazamos hacía el antiguo edificio del Conservatorio, ubicado justo en la esquina de la Carrera primera con calle novena, al lado del parque de la Música y en el que se encuentra el salón Alberto Castilla, ambos declarados monumentos nacionales para la década de los 90´s[1]. En ese lugar se instalaría, hace dos años, la primera escuela de Lutería del país y hoy la íbamos a descubrir.
La primera impresión que uno tiene cuando entra al espacio en el que se desarrollan las actividades de la escuela de Lutería o la Tecnología en Construcción y Reparación de Instrumentos de Cuerda Frotada como es llamada oficialmente, es la de estar en un taller de maderas en el que se crean con ese material muchas formas que luego se van a convertir en un instrumento o un juguete musical muy fino y cuidadoso. El olor a aserrín fresco, el sonido tenue de la música o de los equipos modelando y las personas en su lugar de trabajo concentradas en su arte manual, es el ambiente con el que este sitio lo recibe a uno.
La Lutería es una práctica ancestral a través de la cual se construyen con madera instrumentos musicales, especialmente aquí, violines y violas. El Conservatorio del Tolima abrió esta propuesta de la mano de la Fundación Salvi, organizadores del Ibagué Festival, quienes tenían experiencia en el área, talleres y contactos a nivel internacional con la escuela de Luthería de Cremona, Italia, para poder desarrollar tanto las clases como los intercambios para que los estudiantes tengan la posibilidad de viajar hasta Europa a afinar la técnica de la Lutería.
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En esta escuela de construcción de instrumentos musicales en Ibagué se estudian seis semestres y luego la idea es terminar la profesionalización en Italia. Hasta ahora los primeros estudiantes van en el cuarto semestre, según Diana Arévalo, coordinadora del programa, “hay estudiando 60% hombres, 40 % mujeres, también hay alumnos desde los 16 hasta los 60 años, en total son 38 personas matriculadas hoy, todos bajo la política de gratuidad de la institución. En el primer año ensayan con distintas maderas y modelos para construir el instrumento con ensayo y error, en el segundo producen un violín y en el tercero, para graduarse, hacen una viola”.
Imágenes suministradas por Diomedes Acosta
En los distintos talleres en los que participan, los estudiantes trabajan con base en plantillas o cuadros de madera para empezar a pulir la técnica de modelar en ese material, es como dando forma a una escultura a través de un bloque y del que sale con mucho esfuerzo y talento un instrumento musical de cuerda frotada.
“Los violines tienen varias formas, dependiendo del autor, el que se trabaja aquí en el Conservatorio del Tolima, en esta escuela es el Stradivarius, esto determina el sonido del mismo, también la firma de los lutiers que es esa “f” que se hace en el violín, hecho con madera de Pino Abeto y Alce que viene de Europa, ya con tiempos de secado. Sin embargo, al principio tienen maderas comunes para que ensayen”, comenta Diana.
Mientras se acopla el complejo de Lutería, los estudiantes, muchos de Ibagué y otros venidos de municipios del Tolima, de Boyacá y el eje Cafetero, cuentan con tres talleres en los cuales pueden hacer sus prácticas, allí los vimos practicando con dedicación en el taller de manos en donde se construyen y reparan instrumentos de cuerda frotada, en el taller donde están las máquinas con la madera y en el taller de barnices donde se preparan y aplican barnices a sus trabajos. En estos lugares y en toda su formación semanal, incluidas sus clases con maestros italianos vía internet, ellos deben estar en el taller orientado 5 horas a la semana y 10 horas en práctica autónoma para afinar sus habilidades de manejo con la madera.
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Este es el primer semestre en el que se producen los primeros violines, “esto es artesanía de mucho nivel”, dice Diana, la coordinadora de la tecnología, “cuando ya estén listo los instrumentos, la idea es que los estudiantes de violín, violinistas en formación del Conservatorio ensayen con ellos y pueda generarse esa interacción”, esto unido a los trabajos de grabación y edición que puedan llegar a hacer otros estudiantes de la Tecnología en Audio y Producción Musical, generando así la cadena de producción de instrumentos, interpretación y grabación de la música que allí mismo se realiza.
Al finalizar su formación, los egresados y egresadas de esta carrera serán los pioneros en la región en el conocimiento de la elaboración de este tipo de instrumentos como violines y violas, “la idea es que ellos monten su taller especializado en esa práctica”, concluye Diana Arévalo, quien ha coordinado este proceso desde el inicio y que proyecta la escuela de Lutería del Conservatorio en Ibagué, como una de las más importantes de América Latina.
Así, terminamos con Tomás el recorrido por este lugar tan alucinante, en medio de voces que interpretaban canciones con melodías diversas y sonidos de instrumentos de viento o de cuerda de acordes disonantes. Pasa que nos dimos cuenta que el Conservatorio del Tolima, como escenario de producción musical, en todos los ámbitos está ahí y conocerlo a fondo es una oportunidad que todos los tolimenses deberían tener.
[1]Se declara el edificio del Conservatorio como Monumento Nacional, mediante la Ley 112 del 19 de enero de 1994 y dos años más tarde se hace la declaratoria de la Sala Alberto Castilla y la Colección de Lienzos del maestro Domingo Moreno Otero mediante el Decreto 745 del 24 de abril de 1996.
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