Poema
- IMA Comunicaciones
- 11 sept
- 1 Min. de lectura

Septiembre llega a Ibagué como un canto,
no solo de amor y amistad, sino de colores que despiertan.
La Plaza de Bolívar se viste de rosado
cuando los ocobos florecen como si el cielo
soltara sobre la ciudad un manto de esperanza.
La historia palpita entre la catedral y la alcaldía,
mientras la lluvia borda su música en las piedras,
y el pueblo reconoce su alma en la Ciudad Musical de Colombia.
Bajando por la Tercera, la cultura respira viva:
allí está el Museo del Sombrero, donde la artesana
Patricia Guerrero no solo teje el sombrero tolimense y el poncho,
sino también la memoria de un pueblo que canta y trabaja.
Entre flores caídas, melodías y manos creadoras,
Ibagué se embellece con su gente,
y septiembre se convierte en un poema abierto,
donde cada ocobo, cada lluvia y cada sombrero
son herencia que ilumina la ciudad.
Aura Cristina Díaz





Comentarios