Dos actores en zancos, vestidos de labradores, gritan alrededor de la plaza de mercado del barrio El Salado en Ibagué:
“Venimos de lo profundo de la montaña, somos campesinos que han arado esta tierra y cultivado este país”.
Las personas que están alrededor del mercado se asombran, los zanqueros continúan:
“El origen del conflicto nos trajo hasta aquí, pero solo la montaña, esa montaña (señalan la montaña), sabe lo que vivimos”.
Los artistas en su papel, consternados, envejecidos y cansados entran a la plaza e inician la función de un performance realizado con la Comisión de la Verdad – Tolima, para reivindicar el papel de los campesinos en medio de la guerra, esto como parte de las acciones vivas, expresiones artísticas sobre el conflicto armado interno que se llevaron a cabo en toda Colombia.
Agrupación Algoritmo interpretando a las víctimas la canción "Dime la verdad". Tomado de Comisiondelaverdad.co
Y es que es el arte, las manifestaciones artísticas y, en últimas, la cultura, desde donde se han narrado gran parte de los dolores de las víctimas de nuestro país, pero también sus reivindicaciones, sus luchas y las interpretaciones sobre sí mismos. La Comisión de la Verdad en su intención de escuchar la mayor cantidad de ciudadanos, de víctimas del conflicto, trabajó desde las artes para nombrar lo que hasta hace muy poco no podía mencionarse.
En el Tolima se desarrollaron múltiples actividades propias del mandato de la Comisión de la Verdad, entre reuniones, entrevistas, conversatorios, acciones colectivas, todas estuvieron acompañadas por la dinámica artística de grupos de músicos, artistas plásticos, teatreros, grafiteros, muralistas, bailarines locales que hicieron intervenciones, performances, conciertos y la producción de piezas desde la reflexión sobre la memoria y la importancia del arte en medio de esas manifestaciones.
La pertinencia de la cultura para narrar el conflicto parte del reconocimiento de que, “las artes y los artistas tienen una sensibilidad para escuchar, para poder detallar, brindar una mirada, un punto de vista desde lo que se está sintiendo, viviendo o narrando. Esas narraciones, esos registros de memoria permiten que las comunidades puedan en algún momento verse a sí mismas y tratar de comprender qué es lo que les está pasando o lo que les pasó”, dice Yenny García, artista y directora del proyecto artístico Casa Dulima, quien participó activamente en los procesos de intervención de la Comisión de la Verdad en el Tolima.
Diana Hoyos, actriz en su obra Totarco en el barrio El Salado. Tomado de Comisiondelaverdad.co
Como Yenny, muchos artistas fueron convocados para que a la par que se realizaban los procesos de investigación en veredas y poblaciones afectadas por el conflicto o se entrevistaban víctimas, firmantes o personas afectadas, ellos desarrollaran sus puestas en escena desde las distintas artes junto con las comunidades, como forma de reconstrucción de relatos, pero también para recrear alternativas de superación del conflicto o de comprensión de por qué había pasado eso que tanto daño causó.
Entre las acciones que se realizaron en el territorio y que quedaron como huellas que narran la conversación sobre el conflicto y la memoria, se contó con murales y grafitis sobre la reconciliación por toda la carrera sexta con calle 40 en Ibagué; conciertos de artistas como la agrupación Algoritmo en los que las víctimas aparecían desde las letras cantadas en torno a la verdad; performance en sectores populares de la comuna siete, que mostraron la lucha por lograr la paz y superar las dificultades presentadas; intervenciones a partir de fotografías que develaron la firmeza de los campesinos y su trabajo en el campo por parte de la agrupación de teatro Circo Zaguán; el montaje de una narrativa sobre la vida y el dolor en una celda del Museo Panóptico por la arteterapeuta María Paula Bahamón; cantos, acrobacias, arte relacional de varios artistas de Casa Dulima, sensibles con la búsqueda de la verdad en Gaitanía, Tolima y presentación del monologo teatral “Totarco”, por la artista Ibaguereña Diana Hoyos, sobre la vida de las niñas en el conflicto, entre otros.
Grafitis por la Carrera 6 con calle 40 en Ibagué. Archivo personal Diomedes Acosta.
Todas las manifestaciones estéticas que se llevaron a cabo en el marco del trabajo de la Comisión de la Verdad en el Tolima, permiten comprender el arte como la mejor forma o estrategia para narrar esas historias que no han sido contadas o que estaban en el olvido, es por esto que Alejandro Orjuela, integrante del grupo Circo Teatro Zaguán, comenta que “el aporte del arte para narrar el conflicto es porque se presenta como un elemento comunicante de la memoria, de las versiones de la historia no oficial que se manifiesta, de ese hacer visible a las víctimas. El arte tiene ese poder de tratar de demostrar esa realidad tan cruda en una síntesis escénica, gráfica, sonora, que tiene mucho significado para reconstruir y generar esa memoria para no volver a repetir eso que nos hizo tanto daño”.
Es así, que el conflicto armado colombiano había sido contado por las noticias, la política, la historia oficial o los que tenían el poder histórico de exponerlo; hoy el arte y las manifestaciones artísticas que de ella se desprenden han definido una ruta para narrar esas historias que no han sido relatadas y que desde la sensibilidad de las víctimas y de los artistas han encontrado un lugar superador para afrontarlas y ser reconocidas.
Grafitis por la Carrera 6 con calle 40 en Ibagué. Archivo personal Diomedes Acosta.
El arte es un vehículo para narrar lo sucedido durante el conflicto, pero también para sanar las heridas que dejaron tantas afectaciones. Es por esto que el arte debe estar siempre en los distintos procesos de reconstrucción de memoria, de reconciliación entre los actores del conflicto, afectados o victimarios; su función principal es devolverle a la sociedad la confianza entre los ciudadanos, ser la posibilidad para crear un nuevo escenario de conversación y reflexión sobre quiénes hemos sido y cómo vamos a continuar de ahora en adelante.
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